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domingo, 14 de abril de 2013

Consejos para estudiantes que presentan Prueba Saber


Sabias que...

un reciente estudio de la Universidad de la Sabana halló, como dato anecdótico, que las circunstancias que rodean al alumno cuando presenta un examen pueden tener impacto en el resultado. Resalta casos puntuales de jóvenes que el día del examen estaban enfermos, de mal humor, ansiosos o indispuestos y que no lograron mantener un buen nivel de concentración.
El primer paso para reducir el estrés y la ansiedad frente a un examen es tratar de conocerlo de antemano: cuál es su aspecto, qué tan largo es, qué componentes tiene, qué tipo de preguntas formula y cuál es el tiempo para responderlo.
Si no existe un formato predeterminado, conviene preguntarles a los maestros por las características del examen. “Si sé cómo me van a evaluar y cómo van a medir mi desempeño, llegaré con mayor seguridad a la prueba”, explica la directora del programa de Integración a la U. de la Sabana, María Patricia Gómez.
También ayuda familiarizarse con el espacio donde tendrá lugar la evaluación. Reconocer el terreno baja sustancialmente el estrés. “Es lo mismo que hacen los futbolistas: visualizan la cancha donde van a jugar, pues a mayor desconocimiento del contexto del examen mayor nivel de angustia”, afirma el director nacional de Admisiones de la Universidad Nacional, Mario Alberto Pérez.
Errores frecuentes
La estrategia más equivocada de cara a este tipo de exámenes es devorar libros y apuntes en la víspera. Eso no garantiza buenos resultados e incrementa el estrés.
“Muchos intentan responder de memoria este tipo de pruebas, que lo que buscan es medir la capacidad de análisis, comprensión e interpretación”, recalca el coordinador del Subcentro de Educación Continua de Ciencias Sociales de la Universidad Javeriana, Diego de Jesús Díaz.
Esta clase de exámenes, agrega Isabel Fernandes, Subdirectora de Análisis y Divulgación del Icfes, evalúan un proceso educativo y no lo aprendido el día anterior. “Por eso –insiste–, en la medida en que los niños y jóvenes confíen en sus capacidades y en los saberes aprendidos durante su vida escolar se sentirán más seguros y obtendrán mejores resultados”.
La buena preparación académica a lo largo de los años es esencial para un resultado satisfactorio. “Esta situación de ansiedad y desesperanza se presenta particularmente en estudiantes que no han llevado un proceso académico adecuado”, explica el exdirector del Icfes y decano de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Daniel Bogoya.
El experto llama la atención sobre la inconveniencia de que los propios padres estresen a sus hijos, condicionando los resultados que obtengan a la continuidad de sus estudios de educación superior. Desaconseja actitudes por parte de algunos docentes, quienes presionan a los alumnos para que saquen buenos resultados con el fin de que “no hagan quedar mal al colegio”. “Este tipo de imposiciones –advierte Bogoya– los angustia más”.
En eso coincide Fabio Jurado Valencia, coordinador del grupo de investigación en evaluación de la Universidad Nacional: “Evitar hablar de exámenes cuyos resultados definirán la calidad de la educación de la escuela o colegio contribuye a aminorar los miedos de los estudiantes”.
No sobra, además, que en los días previos a la prueba traten de dormir bien, alimentarse adecuadamente, no tomar alcohol y evitar el consumo de bebidas energizantes o estimulantes.
Y a la hora del examen, olvidarse de la gente que los rodea: observar a alguien que contesta ávidamente o, por el contrario, a uno que se toca la cabeza y no hace nada con el lápiz, afecta la concentración e incrementa el miedo.
Mitos sobre las pruebas de Estado
De acuerdo con Isabel Fernandes, subdirectora de Análisis y Divulgación del Icfes, en torno a las pruebas de Estado persisten mitos que vale la pena aclarar:
El examen no se pierde: las pruebas de Estado solo sirven para ingresar a una universidad o a un programa de pregrado en particular, pues algunos exigen puntajes determinados.
Las últimas preguntas no son las más difíciles: hay quienes creen que la primera parte del cuestionario es más fácil, pero el grado de dificultad es aleatorio. Se recomienda no detenerse en la pregunta cuya respuesta desconoce; es mejor volver a ella más adelante, si tiene tiempo.
Las respuestas no siguen un patrón: hay creencias absurdas, como que las correctas van en zigzag. Las malas respuestas no restan puntos: creer que contestar mal baja puntaje es falso. La calificación se obtiene con las respuestas correctas.
Es recomendable que aunque no esté seguro, responda. Sin embargo, debe hacerlo con plena conciencia; no lo deje todo al azar.

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